¿Te ha pasado que te miras al espejo y no sabes muy bien quién te está devolviendo la mirada?
No estás mal, pero hay algo que no encaja del todo. Como si te hubieras alejado de ti sin darte cuenta. Tal vez no es tu mente la que está confundida. Tal vez es tu ropa la que ya no habla de ti.
La ropa que llevas influye más de lo que crees
Tu piel lo nota. Nota si la tela acaricia o molesta, si te deja respirar o te aprieta. Y ese pequeño malestar que a veces pasas por alto puede estar apagando tu energía sin que lo sepas. No es superficial: es corporal, es emocional, es tu día a día.
¿Te estás vistiendo desde ti o desde el “tengo que”?
Muchas veces eliges lo que te toca, lo que “va bien”, lo que otros esperan. Y ahí es cuando dejas de estar contigo. Porque cuando no eliges desde el amor, desde la conexión, desde cómo te sientes… algo se desconecta. Y es normal que te sientas lejana a ti.
La forma en que te vistes también es una forma de hablarte
Cada prenda te lanza un mensaje. Una que te aprieta, te dice: “encaja, encógete, cállate”. Una que te acaricia, te dice: “estás bien así”. ¿Cómo quieres hablarte tú? Si cada día te vistes con ropa que ya no resuena, te estás diciendo sin querer: “tú no importas tanto”.
No es sobre moda, es sobre volver a ti
Esto no va de ser más estilosa. Va de sentirte cómoda en tu piel. Va de mirarte y reconocerte. De permitirte elegir algo que te abrace, no que te esconda. Tu ropa debería acompañarte como lo hace una buena amiga: sin juzgar, sin apretar, sin exigir.
Una sola prenda puede ser el inicio de todo
No necesitas cambiar todo el armario. Solo empezar por una prenda que te haga sentir tú. Una que no te apriete, que no te limite, que te haga sonreír. Esa elección tan sencilla puede abrir la puerta a muchas más. Es un acto chiquito, pero profundamente sanador.
Obsérvate sin exigencias
Abre tu armario sin prisa. Mira qué prendas te hacen sentir bien de verdad. Cuáles te apagan. Cuáles ya no tienen nada que ver contigo. Y empieza a separar, a soltar, a elegir distinto. No como una obligación, sino como una forma de volver a estar cerca de ti.
La energía con la que te vistes lo cambia todo
Cuando eliges una prenda que vibra contigo, tu cuerpo lo agradece. Tu postura cambia, tu voz suena distinta, tu mirada se enciende. No es casualidad. Es la coherencia de estar vestida de ti, no de lo que otros esperan de ti.
Cada mañana puedes volver a elegirte
No necesitas grandes cambios para empezar a sentirte mejor. A veces solo necesitas darte un pequeño sí frente al espejo. Un sí a estar cómoda. Un sí a sentirte tú. Un sí a vestirte con respeto, con cariño, con verdad. Esa es la forma más sencilla de volver a casa.

¿Y si tu ropa también pudiera sanar?
